“SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO: TRANSICIÓN HACIA UNA NUEVA FORMA DE GESTIÓN”
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, la gestión escolar se ha convertido en un elemento de vital importancia para la calidad en el desempeño de las instituciones educativas, siendo la descentralización, la evaluación y la relación con el contexto social las principales vertientes de la misma.
La gestión implica una serie de acciones, de ella depende sustancialmente el clima organizacional, las formas de liderazgo y conducción institucionales, el aprovechamiento óptimo de los recursos humanos y el tiempo, la planificación de las tareas, la distribución del trabajo, la productividad, la eficiencia en la administración, y sobre todo, la calidad de los procesos educacionales.
El modelo de gestión del Sistema Educativo Mexicano se encuentra en crisis, entendiendo esto como un proceso de transformación. Es necesario experimentar nuevas formas de administrar, planear, prever, tomar decisiones. Dadas las características de la actual forma de organización del sistema, es prioritario examinar las particularidades que se debe poseer en esta nueva etapa de evolución.
En el presenta trabajo se analiza la situación actual del Sistema Educativo Mexicano en relación al proceso de gestión, se exponen las razones por las cuales es prioritaria una transformación en este sentido y se expresan las características de este nuevo modelo.
CONDICIONES DEL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO
El sistema educativo mexicano se encuentra en transición. A la par de la transformación de paradigmas sociales, la revolución económica, política y social, la educación no podía quedar rezagada. Dos proyectos son los que predominan, el neoliberal y el democrático.
Sin embargo, el sistema educativo mexicano se encuentra en una etapa de crisis, son tantas las contradicciones que es equiparable a un “elefante reumático y artrítico”, puesto que el Estado busca, por una parte, legitimar al régimen, y por otra, conservar el control sobre el proceso escolar.
La misión principal de la escuela primaria mexicana es formar ciudadanos solidarios y preparados para la vida democrática, más reproduce en su quehacer rasgos autoritarios perceptibles; se producen millones de libros de texto, no obstante, hay opiniones de peso que denotan que los contenidos educativos son obsoletos e irrelevantes.
En este sentido, se insiste en la necesidad de dar un servicio de calidad y equitativo, pero en el sistema se reproduce la desigualdad social. El gobierno mexicano ha limitado su actuación a la enorme tarea de empatar la oferta educativa con el crecimiento vertiginoso de la población, en especial en el nivel primario.
Ahora bien, la posible causante de la poca calidad educativa en el país es la excesiva preocupación por la cobertura, hecho que podría solucionarse mediante la competencia. Se propone que en lugar de la administración estatal de los dineros, contratación y promoción de los maestros, el gobierno otorgue “bonos educativos” a los padres de familia para que paguen la colegiatura e inscripción de sus hijos en la escuela que ellos escojan. De esta manera se crearía el mercado de escuelas autónomas. No obstante, esta posibilidad puede ser en la mayoría de los casos una alternativa poco viable.
Tres son los aspectos fundamentales para comprender la transición del sistema educativo mexicano: la reproducción, la hegemonía y la crisis.
En cuanto a la reproducción, se ha creído de antaño que la educación escolarizada es un medio de control social, que aumenta, en lugar de disminuir la desigualdad social. Esta noción determinista indica que la escuela contribuye a la reproducción de la sociedad por medio de sus actividades y prácticas, imponiendo un modo determinado de pensar y vivir.
Aunque la posición es radical, podemos observar claramente que este tipo de enajenación está presente en nuestro sistema educativo, a veces de forma oculta, otros de manera visible, se transmiten a los alumnos ideologías emanadas del sistema político y económico que impactan en la forma de vida de los alumnos.
Se observa un Sistema Educativo que ya no corresponde a las necesidades actuales, el modelo de gestión que ocupa ha quedado rebasado sustancialmente por las problemáticas a las que se enfrenta. Se han acumulado deficiencias económicas, sociales, culturales, de administración, que han hecho del aparato una estructura pesada, complicada, en la que el tránsito de información impide la coordinación de esfuerzos. Los excesivos trámites burocráticos por los que se caracteriza nuestro modelo de gestión educativa agudizan la situación, los problemas son vistos desde una perspectiva simplista basada en papeleo, mientras que en el foco donde se originan solo ocasionan pérdida de tiempo, pues la capacidad de respuesta es muy lenta.
Se ha ido consolidando un modelo de gestión abstracto, determinado, ajustado a ciertos procedimientos fijos dándole una característica rígida, donde las decisiones son tomadas arriba, en la cúspide; es unidimensional, es decir, en un solo sentido, no hay forma de resolver los problemas mas que siguiendo el orden establecido, acatando ciertas normas, que en la mayoría de las veces solo obstaculizan su solución.
Se ha mencionado ya la hegemonía, la reproducción y la crisis como particularidades determinantes del actual momento de nuestro sistema educativo, que han ocasionado el declive de la calidad educativa y la poca efectividad de los servicios educativos, derivados de una mala gestión educativa. Solo entendiendo este contexto podemos concebir la imperiosa necesidad de la transformación de nuestro modelo de gestión.
Erróneamente se ha creído que para hacer posible este proceso es necesario cambiar de tajo la situación actual de país, sin embargo, yo apuesto por la implementación de “la reingeniería educativa”, a través de una revisión fundamental y el rediseño de los procesos para alcanzar mejoras,
Resta aclarar el concepto de crisis. No se trata aquí de decir que el sistema educativo se encuentra en una fase destructiva, sino más bien de transformación; al interior del mismo se llevan acabo luchas entre los modelos neoliberal y democrático, descartando, adaptando o modificando acciones.
Ahora bien ¿Cómo fue que llegamos a este modelo de gestión actual? ¿Tiene importancia revisar la historia evolutiva de este proceso? A continuación hago un análisis sobre las distintas etapas del modelo de gestión en nuestro sistema educativo a lo largo del tiempo, que brindará un mejor panorama de la situación actual y poder establecer que nos espera a futuro.
PERSPECTIVA DE LA GESTIÓN EN EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO
Desde la creación de la Secretaría de Educación Pública en 1921, se han implementado diversos modelos de gestión influidos por las características propias del movimiento social, económico, cultural y político. Una revisión de este proceso nos ayudará a vislumbrar el devenir en este movimiento constante de adaptación y satisfacción de necesidades.
A la creación del sistema, se abogó por un modelo “cuantitativo”, la intención fue crear la mayor cantidad de centros escolares a lo largo y ancho del país, dando cobertura nacional. Se descuidaron entonces aspectos relacionados con la calidad de los aprendizajes y todo giró en relación al financiamiento para poder dar suficiencia a la demanda de infraestructura.
Siguiendo en esta línea se migró a una visión “normativa”, expresando una visión lineal del futuro, la planificación consistió primordialmente en la aplicación de técnicas de proyección del presente hacia el futuro deseable totalmente abstracto.
En los años sesentas la visión “prospectiva”, modificó sustancialmente el enfoque de futuro que se había moldeado. Ahora se tenía la idea de que el futuro podía ser previsible en distintos escenarios, por tal motivo, comenzaron los debates acerca de la currícula, sin tener un impacto profundo.
Al mismo tiempo de la explosión y euforia petrolera, surge la idea de la “estrategia”, basada en la articulación efectiva de los recursos para la consecución de los resultados deseados.
No obstante, posterior a la embriaguez por el crudo sobreviene la crisis, y con ella, emergen nuevos horizontes a partir de la “planificación situacional” podría decirse que en este momento, la gestión comienza a tener un lugar importante en el sistema educativo, pues se presenta como el proceso más viable para la resolución de los “nudos críticos de problemas”.
La planificación situacional en nuestro país dio origen a la conformación de distintos pactos, el más importante, el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica firmado el 18 de Mayo de 1992. Este paso trascendental dio paso a una nueva etapa en la gestión de la educación en México.
Más allá de la realidad o el impacto de este acontecimiento, fue un intento por mejorar tanto la calidad de la enseñanza así como establecer un nuevo panorama en la forma en que se venía dando la administración al interior del sistema.
A partir de este momento se descentralizó en cierta medida el poder ejercido por la cúpula, se crearon delegaciones regionales con la finalidad de dar agilidad a los trámites burocráticos, se crearon así mismo, programas alternos para elevar la calidad en la educación, tales como PARE (Programa para Abatir el Rezago Educativo) y en los últimos años PEC (Programa Escuela de Calidad). En cierta medida, se dotó a la escuela de cierta capacidad de administración y utilización de recursos financieros.
Surgió además la Mejora Continua y la introducción de la certificación de los aparatos relacionados con el sector educativo.
Dado lo anterior, la participación de la sociedad en el ámbito educativo tomó más importancia; se reconoce la existencia de un “usuario” y se genera la preocupación por el resultado del proceso educativo, es decir, los usuarios pueden ahora exigir un servicio de calidad.
Se tiende a disminuir la burocracia, los costos; se procura lograr mayor flexibilidad administrativa y operacional, aumento de productividad y creatividad en los procesos.
La última etapa de evolución en la gestión educativa se presenta actualmente con la perspectiva de la “reingeniería”, dado que las mejoras no bastan es necesario reorganizar lo existente para dar mejor calidad buscando disminuir los desperdicios y mejorar los procesos existentes.
A pesar de este nutrido proceso en que a lo largo de los años ha cambiado sustancialmente la concepción de la gestión, los resultados obtenidos hasta el momento son insuficientes. Es cierto que se han obtenido logros, pero aún siguen reproduciéndose males endémicos que lesionan la efectividad del sistema: la burocracia, la deficiente toma de decisiones, la mala administración financiera, los roles del docente, la función del director, el flujo de información, la falta de autonomía; siguen aquejando y deteriorando a este “elefante artrítico” que a veces es ya difícil de mantener y en su caso, incapaz de automantenerse.
Es necesaria una transformación, y digo transformación en el entendido de sufrir una metamorfosis, evolucionar. No sugiero un cambio radical, esto solo provocaría el colapso y la equivocación de repetir nuevamente los errores del pasado.
¿Qué nos espera? ¿Qué sigue? ¿Qué características deberá poseer nuestro Sistema Educativo Nacional para hacer frente a las necesidades del presente y estar mejor preparado para el futuro. ¿A quién le corresponde hacerlo? ¿Por dónde comenzar? En los siguientes apartados explico la respuesta a estas y otras interrogantes acerca del devenir de la gestión del Sistema Educativo Mexicano.
HACIA UN NUEVO MODELO DE GESTIÓN ESCOLAR.
Hasta el momento se hace evidente la exploración de una nueva forma de gestión en nuestro sistema educativo. Sin embargo, es necesario dejar en claro qué es y cómo se realiza la gestión escolar.
A pesar de ser un término polisémico, la gestión es aceptada generalmente como “la capacidad de articular los recursos de que se disponen de manera de lograr lo que se desea”. Centrada en la interacción de los miembros de una organización es “la capacidad de articular representaciones mentales de los miembros de una organización”. También es “la capacidad de generar y mantener conversaciones para la acción” o “el proceso de expansión de las capacidades de lograr lo que deseamos lograr”.
Es común aceptar que “gestión” es equivalente a “administración”, no obstante, la primera acepción es un término más genérico, la práctica de la gestión hoy va más allá de la mera ejecución de instrucciones que vienen del centro; connota tanto las acciones de planificar como las de administrar.
El objetivo de la gestión escolar es centralizar, focalizar o nuclear a la unidad educativa alrededor de los aprendizajes de los jóvenes; y por otro lado, lograr de manera eficaz el funcionamiento del sistema educativo en general.
Este proceso se realiza a través de distintos procesos. En un primer momento se realiza por medio de un proyecto, que puede ser institucional o de organización, siendo este la herramienta fundamental para orientar el rumbo de los esfuerzos; se puede lograr también mediante el uso de equipos de trabajo, con la finalidad de descentralizar el ejercicio del poder.
Dadas las condiciones de nuestro sistema educativo y las características del mismo, en el siguiente apartado describo las características que debe poseer esta nueva forma de conformar los recursos para conseguir las metas deseadas.
CARACTERÍSTICAS DEL NUEVO MODELO DE GESTIÓN PARA EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO.
La efectividad de los modelos de gestión escolar depende de la relación que existe entre las propias intenciones del modelo y las condiciones del ambiente en el que se aplican. A continuación distingo una serie de particularidades que debe poseer el nuevo modelo de gestión para nuestro sistema educativo con el fin de conformar un proyecto integrado que ayude a mejorar la eficiencia de la estructura.
Proyecto.
Tal vez la razón por la que el sistema de gestión actual no ha brindado los frutos deseados en cuanto a la dirección de los esfuerzos en las distintas áreas de la organización, se deba a la falta de un verdadero proyecto educativo. No trato en este momento de echar abajo las propuestas elaboradas hasta ahora en materia educativa, sin embargo, la política y la influencia económica que se encuentra inmersa en el ámbito ha impedido la libre afluencia de ideas y conjugación de energías dirigidas a un punto en común.
Lo que trato de evidenciar es la necesidad de un pacto entre los diversos actores del campo educativo, que permita realizar un estudio real acerca de la situación en la que nos encontramos, dejando de lado las decisiones de escritorio, de aquellos que solo teorizan sobre las bases de un conocimiento superficial de las problemáticas a las que nos enfrentamos. Esto daría lugar al establecimiento armónico de todas las acciones necesarias para que los proyectos derivados caminen en una misma dirección.
Actualmente podemos observar un sin número de proyectos, tanto para elevar la calidad educativa como para lograr la eficiencia administrativa, el punto es que tanto unos como otros se encuentran aislados. Una visión más holística y participativa lograría mejores resultados además de que disminuiría los trámites burocráticos, bajaría el costo de operación y quitaría una gran carga a directivos y docentes que son quienes finalmente realizan la mayor parte del trabajo.
Simplificación.
Debido al tamaño de nuestro sistema educativo, es necesaria que la estructura sea lo más ligera posible, no sólo por que de esta manera se agilizan los trámites, sino también para lograr la misma autoconservación del sistema.
Nuestro modelo de gestión se ha caracterizado por la enorme cantidad de trámites burocráticos que hay que seguir para realizar cualquier movimiento al interior del sistema. Visto desde esta perspectiva, la administración se ha tornado un asunto complejo que requiere el dominio de ciertas reglas y una determinada cantidad de tiempo.
La revolución con la que se mueve el contexto educativo y la urgencia de la toma de decisiones, hace cada vez más necesario la simplificación de los procedimientos administrativos, los trámites burocráticos. No obstante, para lograr esta eficiencia en los procesos de deberán instrumentar acciones para formar a los usuarios en el uso de estos servicios.
Flexibilidad.
La adaptación a las circunstancias y al contexto es una de las características más deseables en el nuevo modelo de gestión. Diariamente podemos observar a nuestro alrededor un rendimiento poco eficiente de los trámites y administración en general en ciertas regiones del país. Lo cierto es que no estamos preparados para responder adecuadamente a las exigencias del contexto, sea este de cualquier índole. Se ha desprotegido a las zonas de difícil acceso, a las minorías, para las cuales, los servicios administrativos no son del todo adecuados para cubrir sus necesidades. Y peor aún, es situaciones de conflicto en ciertas ocasiones no existen los mecanismo o no se saben operacionalizar para solucionar las problemáticas.
Adaptarse al contexto sigue siendo una necesidad prioritaria.
Meritocracia.
Años de nepotismo han devaluado la reputación de nuestro sistema educativo. Ya no podemos darnos el lujo de seguir reproduciendo este modelo. Si el pretexto era que no se poseía al personal capacitado o debidamente preparado para ocupar un cargo y debido a esto no se concursaba el puesto, ahora los tiempos han cambiado. La implementación de las bolsas de trabajo calificadas en distintos estados de la república ha dado buenos resultados, tanto para ocupar puestos docentes como para los empleos administrativos, de logística o política educativa. No así, el compadrazgo sigue aquejando a nuestra realidad.
De la misma manera, en este sentido es deseable una revisión a los programas de “revalorización del magisterio”, como “Carrera Magisterial” para analizar sus efectos tanto positivos como negativos y si verdaderamente la promoción se realiza a través del mérito de los docentes, pues corre el peligro de convertirse en un mecanismo de devaluación del proceso educativo.
Queda claro que debemos pugnar por la instauración de un sistema del mérito, esto además de ser un ejercicio democrático acrecentaría la posibilidad de usar más eficientemente los recursos humanos de los que se disponen.
Autonomía.
La descentralización lograda con la firma del Acuerdo Nacional para Modernización de la Educación Básica es insuficiente, se requiere dotar ahora, a las escuelas de una mayor autonomía, tanto en la toma de decisiones como en el aspecto financiero.
Tendencias actuales indican que puede ser más útil dotar a las escuelas de presupuestos, para que éstas puedan administrarlo y poder decidir cuáles son sus gastos prioritarios. Esto se podría instrumentar a través de la evaluación de resultados y la compensación de desigualdades, es decir, desempeño y equidad.
Estas características, además de distribuir más equitativamente el poder, disminuyen la carga al sistema de forma global, constituyéndose un proceso más democrático en la toma de decisiones a partir de las necesidades particulares de cada contexto.
Pacto Social.
La concepción de un modelo de gestión educativa eficaz implica la celebración de un paco social entre la institución escolar y el contexto que le rodea, siendo los padres de familia los representantes de éste último. De esta manera, es indispensable que nuestro sistema educativo establezca los mecanismos necesarios para la rendición de cuentas, pero que no se reduzca a la simple comunicación de resultados académicos, sino también financieros, dando oportunidad de que la comunidad participe activamente en la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Con esto no quiero decir que los padres de familia tengan ingerencia en asuntos que sólo le competen a los directivos y docentes, pero sí, abrir camino para que se pueda lograr una mejor participación de la sociedad en el mejoramiento de los centros escolares y en general en el sistema educativo.
Innovación.
Los cambios revolucionarios en la ciencia y tecnología ponen al alcance un sin número de instrumentos y medios para innova a nuestra estructura organizativa. La comunicación y la telemática hoy rompen con las barreras del tiempo y la distancia; en cuestión de segundos se pueden obtener comunicación instantánea con personas situadas a kilómetros de distancia. Este avance significaría la reducción del tiempo de respuesta, la agilización de los trámites burocráticos y un acceso a interregional y desde la periferia hasta el centro y viceversa. Echar mano de estas nuevas tecnologías significaría un intento por mejorar la organización del sistema.
Coordinación.
Como se observa, el nuevo modelo de gestión posee una estructura en la que la mayoría de los sectores pueden tener autonomía, sin embargo, se debe establecer un mecanismo para que a pesar de que cada uno de los componentes tenga la capacidad de decidir en función de sus necesidades, no se desarticule del resto de las unidades. Por tanto, se tienen que establecer formas de coordinación de tal forma que no se rompa con la unidad del sistema. Este es una de las debilidades del modelo de gestión actual, ya que puede fragmentarse y en ocasiones se fragmenta hasta del grado de desarticularse.
La coordinación implicaría la conjugación de los esfuerzos para la consecución de los objetivos deseados y esta finalidad la aspiración a la que desea llegar la gestión escolar.
Responsabilidades.
La impresión de estas ideas es un esfuerzo para comprender el pasado, mejorar el presente y visualizar el futuro, sin embargo, el verdadero reto es llevar a cabo a la práctica la concreción de estos ideales. ¿A quién le corresponde comenzar el cambio? A todos, simplemente porque formamos parte de una misma unidad. Todos somos responsables en mayor o menor grado de nuestra situación actual.
Sin embargo, considero que el primer momento para iniciar este movimiento transformador es reconocer la necesidad de evolucionar, de cambiar a un modelo más dinámico, apto y eficaz que nos permita cumplir con las metas deseadas; tener conciencia de que debemos librarnos de este mecanismo que en ocasiones nos ata de manos.
Un buen comienzo es la confrontación de los distintos actores del sector educativo, autoridades, gobierno, directivos, docentes y padre de familia. Sin la participación de alguno de estos, estamos condenados a fracasar; ahora más que nunca el consenso, el diálogo y los acuerdos son indispensables para lograr el cambio.
¿Dónde comenzar? En uno de los núcleos básicos: la escuela y dentro de ella, hasta en el salón de clase, claro están sin dejar de lado, la cúspide de la estructura.
Con lo anterior no quiero decir que debemos modificar radicalmente toda la estructura o suplir de tajo todos los procedimientos y mecanismos; esto sólo traería caos. Existen procesos que son eficaces y otros que con las modificaciones pertinentes podrían ser más efectivos, es necesario entonces apelar a la “reingeniería”.
Modificar aquello que es perfectible y factible, cambiar aquellos que ya no es funcional y crear nuevas formas que nos permitirán sobrevivir en el futuro son las acciones fundamentales para realizar la reforma.
ESCUELA DEL SIGLO XXI, LIDERAZGO: DIRECTIVOS Y DOCENTES.
En este último apartado, describo la faceta que debe cubrir la escuela como institución y el liderazgo tanto de directivos y docentes para adaptarse a la nueva forma de gestión.
La sociedad se encuentra en constante movimiento, por tanto, sus instituciones y organizaciones tienen que adaptarse a los cambios vertiginosos de ésta para que puedan ser funcionales. El sistema educativo no es la excepción, siendo la escuela su núcleo básico de acción.
El funcionamiento de la escuela y las múltiples interrelaciones que se establecen al interior de la misma, provocan que la toma de decisiones de los diversos actores influya sobre las demás, dando lugar a que el desempeño de la institución no dependa de la voluntad de un solo individuo.
Por lo tanto, es de vital importancia una visión holística de los integrantes de la institución así como una orientación común entre los mismos, es decir, que todos compartan en la medida de lo posible un conjunto de ideologías y propósitos que se desean alcanzar mediante el trabajo en equipo.
Un verdadero proyecto emanado de las conciencias de quienes se involucran en el proceso educativo, asegura que las acciones que se emprenderán posean la fuerza y fundamentación adecuada para que tengan el impacto deseado.
No obstante, a pesar de que la escuela funciona a través de la suma de esfuerzos en grupo, dos son los actores responsables de la dinámica del centro escolar: el director y el docente; cada uno de éstos de acuerdo a su naturaleza tiene un rol específico que cumplir, no así, el actuar de ambos se complementa.
La escuela del siglo XXI rodeada de la tecnificación de la sociedad, de las nuevas corrientes ideológicas, económicas y sociales, demanda tanto a directivos como a docentes una serie de capacidades, habilidades, actitudes, conocimientos y acciones necesarias para mantener el funcionamiento y funcionalidad del centro educativo.
Por su parte, el director en el aspecto emocional debe inspirar en aquellos con los que trabaja, credibilidad, respeto y confiabilidad. El confiar en la persona que representa a la institución es de vital importancia, sin embargo, es una cualidad que se gana, se demuestra y se infunde en los compañeros mediante el trabajo constante.
Así mismo, la función del director es la de crear un conjunto mas allá de las partes, una institución no es la suma de las partes, sino ese todo funcional armónico. Como director que prescinde de algún integrante evidencia una terrible inadaptación con el grupo y genera un ambiente tenso de conflicto constante.
En la escuela del siglo XXI, el director también debe ser el principal promotor de los fundamentos filosóficos de la institución y el quehacer educativo; debe comprometerse con la visión, la misión, los valores y las políticas; tener siempre claro el ideal que se ha formado en el colegiado y no dejar que desaparezca con el transcurrir de los diferentes incidentes a lo largo del proceso.
En otro aspecto, es responsabilidad de la cabeza visible de la escuela generar situaciones competitivas al interior del cuerpo docente, una competencia sana, constructiva, que abogue por el crecimiento entre pares. De la misma forma administrar los recursos internos, gestionar, delegar, encomendar; organizar el trabajo; conducir al personal e influenciar sobre el mismo, controlar y evaluar los resultados.
En este sentido se puede decir que el directivo es también un administrador de la organización.
En suma, un director para la escuela del siglo XXI, debe poseer tres destrezas principales:
1. Destreza técnica, que es la capacidad de utilizar las herramientas, procedimientos y técnicas de una disciplina especializada.
2. Destreza humana, que es la capacidad de trabajar con otras personas como individuos o grupos y de entenderlas y motivarlas.
3. Una destreza conceptual que es la capacidad mental de coordinar e integrar todos los intereses de la organización y sus actividades. Incluye la habilidad del administrador para verla como un todo y entender como sus partes se relacionan entre sí También incluye su capacidad de entender como un cambio en una parte de la organización puede afectarla en su totalidad.
No obstante, el esfuerzo individual del director para mantener el funcionamiento de la escuela, depende a su vez del desempeño de los docentes a su cargo.
La tarea de enseñar, naturalmente, se produce en la personalidad del docente, en consecuencia es una de las atribuciones esenciales del profesorado. Por tanto, el docente debe poseer los conocimientos necesarios tanto técnicos, como conceptuales, filosóficos, pedagógicos, psicológicos que le permitan seleccionar los medios y formas más convenientes para lograr el hecho educativo.
El quehacer del docente es similar al de un constructor, porque a partir de la materia prima edifica según sus capacidades, estilo y visión un modelo de ser humano que trasciende más allá de las aulas.
Dentro del aula, las características del rol docente el maestro debe realizar los siguientes aspectos:
1. Establecer un ambiente que propicie el desarrollo socio-afectivo del niño
2. Evaluar el currículo.
3. Realizar el planeamiento de su tarea en función de esta evaluación.
4. Seleccionar las estrategias metodológicas que mejor se adopten a las construcciones cognoscitivas.
5. Evaluar el proceso educativo.
6. Crear las condiciones para la comunicación y participación de los padres en la tarea educativa.
7. Gestionar, administrar, para el buen aprovechamiento de los recursos.
El maestro debe ser un administrador de los recursos disponibles en la escuela y en el aula, para sacarles el mayor provecho.
Así mismo, debe estar familiarizado con la visión de futuro compartida por el colegiado y colaborar en la elaboración y seguimiento del proyecto educativo escolar. Entablar una relación armónica con sus demás compañeros de trabajo, incluido el director.
Con esto no quiero decir que todo sea como en un cuento de hadas en el que no se presentan discusiones, puntos de ruptura; es claro que esto es el pan de cada día en el quehacer educativo, sin embargo, el que haya este tipo de acontecimientos, no quiere decir que no se puedan llegar a acuerdos con el fin de fortalecer a la institución.
Si bien es cierto que tanto directivos como docentes desempeñan un rol determinado, el trabajo armónico de ambos es la aspiración máxima de cualquier centro escolar; este es un reto de la escuela del siglo XXI, procurar que las relaciones entre los distintos actores se compaginen de tal manera que puedan actuar como un todo.
CONCLUSIÓN
Estamos viviendo en un momento dinámico en la evolución de la gestión educativa, claro está lleno de debates, deliberaciones, que provocan este vertiginoso cambio en las concepciones de antaño.
Los cambios y transformaciones de la sociedad así como la economía, la política, los paradigmas educacionales, la misma naturaleza humana, hacen necesaria una transformación de la organización educativa.
El Sistema Educativo Mexicano requiere una urgente metamorfosis, ya no puede seguir utilizando los mecanismos que antes funcionaron, las necesidades han cambiado, la economía, la política y la sociedad lo han hecho también. Si nuestro objetivo es satisfacer las necesidades del contexto, entonces podemos identificar fácilmente este desfase.
La rigidez, abstracción, el centralismo, los trámites burocráticos, la inflexibilidad, deben dar paso a un nuevo modelo caracterizado por su simplificación, tanto de procesos administrativos como logísticos; una mayor adaptabilidad al contexto inmediato, que podamos resolver plenamente los conflictos y problemas en cualquier situación; un sistema basado en la meritocracia, en donde aquél que esté más capacitado ocupe el cargo; es prioritario un verdadero pacto social, donde tanto autoridades, como gobierno, directivos, docentes y padres de familia tengan la oportunidad de construir acuerdos y participar activamente en la toma de decisiones, en la identificación y satisfacción de necesidades; es deseable que los centros de trabajo gocen de autonomía financiera y de decisiones, que cada centro de trabajo pueda decidir el rumbo de sus acciones en relación a sus condiciones; contar con un mecanismo de coordinación y un proyecto que dirija al movimiento global en su conjunto, que evite la fragmentación y división de la estructura en general.
Sin embargo, tal vez el elemento más importante que requiere este nuevo modelo de gestión, es la responsabilidad de cada unos de los actores que intervienen en el proceso. Donde cada uno sea plenamente consciente de su labor, de su importancia para el buen funcionamiento del conjunto, donde el trabajo armónico y coordinado nos lleve a la consecución de las metas deseadas, en este sentido, contar con directivos, dirigentes y docentes líderes, garantizará en cierta medida el logro de esta aspiración.
Nuestro Sistema Educativo Mexicano requiere una transformación urgente, este “elefante reumático” puede colapsar si no hacemos los ajustes pertinentes. Es en este momento una oportunidad para mejorar, está en nuestras manos aceptar la oferta.
BIBLIOGRAFÍA
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